sábado, 28 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 39)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de catadores de vino, él se acomoda en la silla mas cercana, y escucha atento las conversaciones entre los presentes.
- Es inaudito, el señor Enrique Carrillo lleva ya media hora de atraso.-
Le dijo el Alcalde a su esposa. Oscar Jiménez y César García, en la mesa de honor miraban nerviosamente, el gran reloj en el auditorio de la alcaldía y la puerta principal. Ellos eran dos jurados del concurso, faltaba el principal, el Sr. Carrillo, el presidente. Ante la hora avanzada, el Alcalde le dijo a los dos jurados:
- Le voy a dar media hora más, si no aparece, ustedes se hacen cargo y que la Virgen nos proteja. - Los dos jurados intercambiaron miradas de preocupación.
Este concurso se celebraba por primera vez en el pueblo, los dos jurados no tenían ninguna experiencia en estos certámenes, y esperaban aprender del famosísimo Sr. Carrillo a quien nadie conocía en persona ni en foto. Por lo generoso de los premios concurrían famosos catadores de la región, y sería muy malo para el prestigio de todos hacer un papelón.
El loco ingresa al baño, se arregla el pelo, rebusca en los roperos del personal, encuentra una corbata y un saco, sale a la calle, y con la corbata y el saco puestos ingresa nuevamente: - Buenas noches señores, soy el Sr. Enrique Carrillo, disculpen la demora, podemos empezar. - Un estentóreo aplauso de alivio sacudió el salón. Luego de estrechar manos y recibir abrazos, “Enrique” se instaló en el centro de la mesa de honor. Para la calificación de los concursantes fiel a la usanza, a cada postulante se le entregaría una cartilla para cada vino, donde para un total de quince vinos, frente a los jurados probaría un vino para anotar enseguida sus impresiones:
CUALIDAD PUNTAJE
1) Buqué 1 a 5
2) Consistencia 1 a 5
3) Color 1 a 5
4) Sabor 1 a 10
El puntaje total que iguale o se asemeje al del jurado, quien haría la misma evaluación, sería el ganador de ese vino obteniendo dos puntos y el resto cero. Quién alcanzara el mayor número de puntos por los quince vinos (máximo treinta puntos) sería el ganador. Empezó el concurso, jurado y concursantes probaban y anotaban, excepto el Sr. Carrillo, quién probaba pero no anotaba. Todos se daban cuenta pero nadie se atrevió a preguntarle el porqué, por temor al ridículo. Concluido el desfile de los concursantes, los jurados locales le pidieron su opinión al Sr. Carrillo, este solicitó una sala privada y tres minutos para dar su conclusión. El loco se aseguró de estar a solas, cerró la puerta con llave, trazó una cruz en el piso, luego lanzó al aire toda las cartillas de los concursantes, cogió la más cercana al centro del aspa, la puso a un lado, juntó el resto, y con la que hizo mejor puntería, llevándola en alto salió triunfante:
- ¡Este es el ganador!. –

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