domingo, 29 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 28)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de catadores de vino, todos lo miran con una expresión contenida, llevaban más de veinte minutos esperando a que apareciera el último concursante. Una señorita ataviada con el traje típico del lugar se le acercó con la mejor de sus sonrisas para comprobar el nombre del catador que faltaba - ¿El señor Antúnez? – sin dejar que éste respondiera, le indicó el lugar que debía ocupar para comenzar el concurso y tachó en su listado el nombre del supuesto Sr. Antúnez, éste se coloca rápidamente en su puesto y comprueba con satisfacción las botellas de vino y la hilera de copas transparentes colocadas ante él.

Tras una breve presentación, pues ya iban con bastante retraso, comienzan a servir el primer vino, el loco miraba con mucha atención y esperaba con ansiedad a que le llegara el turno de la botella nº 1, era un vino blanco dorado ¡tenía pinta de estar bueno!, la boca se le hacía agua solo de pensarlo, entonces comprobó que los compañeros que ya tenían el vino en su copa, lo olían con mucho esmero pero no se lo bebían, luego la levantaban sosteniéndola por el pié, entre el pulgar y el índice, la alejaban y la miraban con detenimiento, - estos tíos son tontos – pensó – mira y ahora le dan vueltecitas ¿a que lo tiran? ¡ vaya un hatajo de inútiles !, ya verás cuando me toque a mí, se van a quedar boquiabiertos, ¡yo no me ando con chiquitas!
A continuación comprueba que se acercan la copa a la boca y tragan una pequeña cantidad del dorado vino, le dan vueltas y vueltas, como si lo masticaran, y luego lo escupen en una caja, apoyada en el suelo y forrada con plástico –bueno lo que me faltaba por ver - ¿pero de donde los han sacado? – ¡mira que escupir el vino y encima ponen cara de extasiaos! - ¡madre mía como está el mundo! - acto seguido y pluma en mano observa que se disponen a escribir notas en unas hojas que tenían dispuestas sobre la mesa, el loco seguía cavilando – bueno, menos mal que van entrando en cordura, seguro que están escribiendo lo que les apetece comer, porque digo yo que ahora traerán algunos aperitivos para acompañar, porque así a palo seco, aunque a mí me da igual.
Por fin le llega el turno, como al resto de los catadores le sirven la medida correspondiente, - ¡oye, perdona, con esto no tengo ni para empezar!, ¿con todas las botellas de vino que hay y me pones esta miseria? -, se hace un silencio sepulcral, todos los asistentes vuelven la cara hacia él, no pueden creer lo que están oyendo, el loco se siente acorralado y les devuelve una mirada aterradora: los ojos desencajados; la boca en una extraña mueca; los brazos en alto, golpeando al aire... la gente asustada no sabe qué hacer, un gran murmullo, invade la sala, alguien corre despavorido y tropieza con la mesa, las botellas y las copas comienzan a caer, algunas se rompen al chocar contra el suelo, la mezcla de aromas inunda el ambiente, la algarabía es total… De pronto, a voz en grito, el loco exclama -¡es la primera vez en mi vida que me encuentro con una fiesta tan cutre como ésta¡ ¡no sabéis divertiros, estáis todos como cabras! - menos mal que soy capaz de mantener la calma ante las situaciones adversas, y dando un portazo salió del local.

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