domingo, 29 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 30)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de vino. Lo miran de arriba hacia abajo con cierto interés.
- ¿No me digas que estás interesado en el concurso?. Le preguntan.
- Bueno, - dijo bendecido por la suerte.

Vestía algo raro aquel hombre, muy en especial la corbata corta y por el aspecto rudo parecía no haberse afeitado en años.
- Véndame los ojos ya.
- ¿Para qué?. Las botellas no tienen etiquetas. Dijo Francisco.
- Para enseñarte lo que es catar de verdad.
- ¡Usted no sabe catar un vino!. Afirmó el coordinador algo irritado.
- ¿Qué no sé?. Ahora verá…

El loco observó el color de la botella Hum!, lo olió sin agitar la copa. Repitió la operación imprimiéndole un suave movimiento rotatorio. Eran las 11 de la mañana y no había fumado, ni tomado siquiera una taza de café. Todos seguían en silencio absoluto hasta que irrumpió su mirada inquisidora.
- Usted señora, salga del salón. Lleva un perfume carísimo que mezcla los olores.

La mujer apenada como quien ha cometido un delito sin saberlo, se escurrió entre los participantes. Continuó el catador su enmienda. Paseó el líquido por toda la boca y comprobó que el vino estaba pesado. Escupió el sorbo y dijo:
- Este vino es más viejo que el pan rancio que desayuno de vez en cuando.

Muchos se rieron del pobre diablo incluso hasta él dejo escapar su sonrisa y curiosidad. Pero cierto, el vino estaba envejecido y algo avinagrado. Otros lo intentaron luego y llegaron a la misma conclusión.
-¿Me lo regalan?. – Preguntó el loco.

Francisco el coordinador le puso la mano en el hombro, le sacudió el polvo del camino, buscó una botella de vino “Don Suero” etiquetada y lo acompañó a la ambulancia que llevaba un buen rato esperándolo. A su regreso le escuché decir:
- “Las apariencias engañan”. ¡Qué cosas tiene la vida!. El próximo año iré a buscarte.

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