sábado, 28 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 36)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de catadores de vino.

Je, je, sonrió Sebastián. Atraído por la música contempló los jardines florecidos. Le llamó la atención ver las puertas abiertas. Recorrió la periferia del salón. Vio acostado debajo de un árbol a un hombre que vestía un elegante uniforme. Je, je, se lo quitó. Quedó maravillado con el bordado de la camisa: Jupe, el mejor vino. Se puso el uniforme dejando allí su vestimenta con las siguientes palabras en la parte trasera de su camisa: Manicomio Santa Marta de Malloqui. En la parte delantera estaba su nombre bordado.

El embriagado se movía pronunciando palabras a medias. Sebastián descubrió que tenía en el bolsillo derecho del pantalón un fajo de billetes. Je, je, lo volvió a guardar sin contarlo. Caminó en dirección al salón.

Bienvenido, el señor Martínez nos dijo que otra persona de la Compañía Jupe vendría, afirmó el hombre que custodiaba la puerta. Nuestra Compañía ha caído en desgracia con la crisis económica. En esa larga mesa hay doce copas que representan a doce Compañías. La copa número cinco contiene nuestro vino. Le entregaré tres chapas, una tiene el número uno para el primer lugar, el número dos para el segundo y tres para el tercero. Nuestra Compañía le agradecería su ayuda. Una cámara en el techo sobre la mesa filmará sus movimientos. No debe mirar a nadie ni comentar mientras cata el vino de las doce copitas. Después de la última copa debe colocar las tres chapas. Si coloca la chapa número uno en nuestra copita que es la cinco, la Compañía le entregará de regalo tres mil euros; si le pone la chapa dos, dos mil euros; si le pone la tres, mil euros. Cuando termine la cata estaré en la mesa de las golosinas al final del pasillo. Le echaré con el refrigerio el dinero si usted decide colaborar. Lo veré actuar desde allí. Je, je, Sebastián cogió las chapas. Caminó despacio con soltura, a cada paso cataba el contenido de una copa. Se metió la mano en el bolsillo, retrocedió auxiliándose de la mesa. Puso las tres chapas al lado de la copa número cinco.

Se dirigió a la mesa de las golosinas. Lo esperaba el agente que le dio la bienvenida. Tome, le dijo el hombre al entregarle una cajita con panecillos. Sebastián señaló para una caja grande. No, señor, esta es la que tiene el dinero que se ha ganado. Je, je, respondió Sebastián con los ojos en blanco. Salió del salón. Oyó como dos policías le decían al hombre embriagado: Sebastián, vístete que te llevaremos a Santa Marta de Malloquí.

Viró sobre sus pasos. Reconoció que en un coche salía el señor que le entregó la cajita con el dinero.

Sacó la mano para deterno. Lo recogieron. Al alejarse vio como el hombre semidesnudo se oponía a subir al patrullero. Je, je …

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