sábado, 28 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 35)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de catadores de vino, los mejores catadores no solo de la ciudad sino de de la región están a la espera del presidente del jurado, un catador que vendrá de Madrid.
Estando en animada conversación, los catadores escuchan un sonoro golpe en la puerta y acto seguido hace su aparición un personaje con levita, chistera y escarpines, - debe ser el presidente del jurado, el catador de Madrid- se corre la voz y al instante la sala enmudece. Aquí estoy porque he venido- comenta en voz alta el personaje-, empecemos de una vez que no estoy para perder el tiempo.
El presidente de la asociación de catadores de la localidad se acerca obsequioso, lo saluda con mucho respeto y lo guía hacia una larga mesa donde se encuentran los mejores vinos de la región con las etiquetas cubiertas, por supuesto, para no dejarse influenciar por la marca.
Empezaremos por los vinos suaves, pasaremos a los semisecos y finalmente a los vinos secos. Y empieza la procesión. Pruebe usted este tempranillo con su suave aroma frutado, le dice el presidente, el loco toma la copa la huele, la levanta para observarla al trasluz, bebe un pequeño sorbo y sigue su recorrido.
Ahora es el turno de este tinto Malbec de gran cuerpo, criado en barricas de roble, comenta el presidente, el loco lo saborea unos segundos, y pasa al siguiente, Pruebe usted este bivarietal mezcla de Malbec y Cabernet Sauvignon con taninos que dejaran un sabor exquisito en su paladar, le dice el productor, el loco repite la operación y prosigue sin decir palabra, y así continúa hasta el final de la mesa.
Durante todo el recorrido la sala ha sido presa de una emoción contenida que se traduce en un murmullo producto de la conversación entre los asistentes y productores, cada cual creyendo adivinar en el menor de sus gestos cual será al fin el elegido como el vino del año 2009, distinción que podrán mencionar en las etiquetas de sus botellas y subirá por cierto el precio del vino en el mercado.
Al terminar el recorrido el loco se voltea y posa la mirada en todos los presentes, bueno he probado todos los vinos que ustedes me han ofrecido, pero lo único que puedo decirles, - y aquí hace una prolongada pausa como midiendo las palabras que dirá a continuación, con lo que aumenta el nerviosismo entre todos los presentes- es que me sirvan una cerveza por que a mí el vino no me gusta.

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