sábado, 28 de noviembre de 2009

La cata del loco (versión 41)


Un loco se ha escapado de un manicomio. En su deambular sin rumbo entra en un local. Se celebra allí un concurso de catadores de vino para aficionados. El bodeguero encargado del evento cree reconocerlo:

–¡Pero si es Gustavo Tortajada, el gran sumiller! Y según se dice una de las mejores narices del país. Es todo un orgullo para nosotros contar con su presencia. La gente aplaude y le hacen un pasillo que le conduce a la mesa donde se exponen los distintos vinos. El loco no se llama Gustavo, pero el vino le encanta.

–Don Gustavo, aseguran los expertos que su nariz es prodigiosa, capaz de reconocer el mejor bouquet. Nos ponemos a su disposición –el bodeguero aplaude fuertemente y anima al público a hacer lo mismo. El loco mira la fila interminable de copas con vino que le acaban de colocar. Se acerca a la primera copa y se la traga de un buche. Luego sigue con la segunda y la tercera. –Debe tener la nariz constipada –murmura el tabernero algo nervioso. El loco sigue a lo suyo y se ventila todas las copas. Al final suelta un eructo y se tambalea.

–Por favor, don Gustavo, ¿puede revelar a este grupo de aficionados cuál de las copas contenía el excelente reserva que tengo el honor de patrocinar? El loco se acerca al bodeguero y le abraza en plan colega.

–Chsss... lo de las co-copitas me parece cojonudo... –se agarra al cuello del bodeguero para no caer al suelo– pero se... se echan de menos unas aceitunitas.

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